Iniciamos el curso del Arco Real en Semper Fidelis 36

En el Capítulo Semper Fidelis 36, de los Masones del Arco Real de Jerusalén, hemos iniciado un nuevo curso recordando a su promotor, el R.H. Sabino Pereda, que, aunque ahora vive dando su luz en el Oriente Eterno, siempre estará presente entre nosotros. A pesar de que todos hemos notado su falta, la semilla que sembró del Arco Real seguirá dando sus frutos.

El Arco Real es un grado colateral dentro de la masonería en el que se representa un período histórico lleno de profundo simbolismo y de una extraordinaria importancia en el mundo masónico. En la masonería hay tres grados: Aprendiz, Compañero y Maestro, y al Arco Real se le considera el grado imprescindible que complementa al grado de Maestro Masón, para completar su enseñanza.

Los tres Principales

Los distintos ritos y grados de la masonería se distinguen por la presencia de numerosos e interesantes símbolos, y el Arco Real es, probablemente, el grado en el que los símbolos, tanto por su número como por su belleza y profundidad, cobran más protagonismo llenándolo todo.

Después de la ceremonia, en la que se ha investido a los nuevos tres Principales y a distintos oficiales del Capítulo, hemos celebrado el tradicional ágape con sus correspondientes brindis, y durante la reunión, para completar el día, hemos recibido noticias de que hay nuevos HH. interesados en incorporarse a Semper Fidelis 36, los que, por supuesto, serán debidamente acogidos por sus Compañeros en Torrelavega.

La Luz ha llegado al Oriente Eterno

Sabino Pereda, masón. Una buena persona.

Su sonrisa amable, su mirada limpia y sus comentarios desenfadados eliminaron en un instante mi nerviosismo ante lo desconocido. Sabino fue el que me recibió en mi iniciación y quien lo preparó todo con la perfección que acostumbraba para que la ceremonia discurriese en la forma debida. Su actitud atenta y cordial me llamó especialmente la atención, porque todo lo hacía desde la más sincera humildad. Sabino era como un libro abierto; no había en él ni un ápice de artificio y casi se podía ver aquella luz con la que siempre lo iluminaba todo.

Sabino fue el primer Venerable Maestro de la Logia Semper Fidelis, que fue la primera en Cantabria después de ochenta años, y supo construir, desde su sencillez, una magnífica logia llena de fraternidad en la que no cabía ningún tipo de mala práctica entre los que hemos tenido la fortuna de estar cerca de él. 

Sabino junto al estandarte de su querida Logia.

Sabino todo lo controlaba. Siempre era el primero en llegar a nuestro lugar de reunión, para que cuando fuésemos llegando los demás ya estuviese todo preparado. Él se ocupaba de que los ágapes estuviesen en su punto y a la hora, y habitualmente era él uno de los que se encargaban de servirnos en la mesa a los demás. Y lo más importante, Sabino sabía darnos vida y alegría a todos con sus bromas, con sus sentencias y con sus discursos, que ahora, querido Sabino, me parecen cortos…

Sabino tuvo una vida plena y feliz; recorrió países, trabajó en mil oficios y llegó a conocer casi todo sobre la masonería. Fue muy querido por su familia, por sus hermanos, por sus amigos y por todos los que lo conocieron, porque Sabino fue una persona especial, una persona singular, una persona notable… y podrían atribuírsele a Sabino un sinfín de los más altos calificativos, pero lo cierto es que todos ellos se reducen a uno solo que lo comprende todo: Sabino fue, simplemente, una buena persona.

Su último viaje nos ha entristecido, pero ha llenado de alegría al Oriente Eterno. Su último viaje, el último viaje de Sabino, ha llenado el Oriente Eterno de vida, ha llenado el Oriente Eterno de energía, ha llenado el Oriente Eterno de Luz. 

Gracias por todo, Sabino.

Sabino como protagonista indiscutible de una subasta.

Artículo: «El General E. López de Ochoa» (Logia Redención 167)

Encabezado de la web de la Logia de Estudios Redención 167

(Nota de la redacción de la Logia Semper Fidelis 150)

Redención 167 es una Logia de Estudios de la Gran Logia de España en la que la fraternidad y el sosiego se funden con la cultura. En sus reuniones, la filosofía, la sociología y la Historia, se mezclan con la masonería y sus artes liberales para profundizar en lo más hondo del ser humano y la sociedad que lo acoge. Saben y quieren saber, y buscan que esa inquietud por saber se extienda, porque el saber siempre conduce a que la sociedad sea más libre.

Para impulsar el conocimiento, esta Logia desde hace años publica lo que llaman los “Cuadernos de la Logia de Estudios Redención 167” en la web https://www.redencion167.com, y en estos cuadernos se pueden encontrar planchas y artículos de los más variados e interesantes temas, que siempre tienen el denominador común de servir para enseñar a pensar y fomentar el gusto por el saber. Redención 167 es erudición y cultura, y eso convierte a esa Logia en un importante puntal en favor del verdadero progreso.

Sus miembros son Maestros Masones muy especiales a los que merece la pena escuchar, y en la Logia Semper Fidelis 150 tenemos la fortuna de contar con dos Hermanos que también están en la Logia Redención 167. A continuación reproducimos el artículo del VH Rafael Rodríguez, publicado en los Cuadernos de Redención, titulado “EL GENERAL E. LÓPEZ DE OCHOA Y LA REIVINDICACIÓN COMO MILITAR Y MASÓN”.

ooooooooooOOOOOOOOOOoooooooooo

EL GENERAL E. LÓPEZ DE OCHOA y la reivindicación de su figura como militar y masón 

Rafael Rodríguez Rodríguez

Decía Jaime Gil de Biedma, en una de las estrofas del poema “Apología y petición”, que:

De todas las historias de la Historia, 

sin duda la más triste es la de España, 

porque termina mal. Como si el hombre, 

harto ya de luchar con sus demonios, 

decidiese encargarles el gobierno

y la administración de su pobreza.

Estos versos siempre han llamado mi atención por servir como base poética a la denuncia de situaciones poco deseables; modificando únicamente dos palabras, se definiría de forma evidente la situación actual que está viviendo la masonería española.

El periodo transcurrido entre finales del siglo XIX y casi la primera mitad del siglo XX ha sido uno de los más trágicos y convulsos de la España contemporánea; por ello, sería frívolo por mi parte afirmar que la historia más triste de la Historia es la del General Eduardo López de Ochoa y Portuondo, pero sí una de las que más inquietud me provoca, no solo por su trágico final y por atribuírsele el inmerecido sobrenombre de “el verdugo de Asturias”, sino porque los que quisieron borrar y ensuciar su memoria, en parte consiguieron su propósito, colocándolo en tierra de nadie y utilizándolo de excusa para

atacar de nuevo a la masonería. Hace algunos años, sus restos fueron incinerados para ser trasladados a los EE. UU., donde residían su tercera esposa y su hija, finalizando así su triste historia a miles de kilómetros del país que amaba y en una nación con la que una vez estuvo en guerra.

El presente trabajo trata de reivindicar la maltratada figura de este militar masón, haciendo un recorrido cronológico por su trayectoria personal y profesional. Un escueto repaso histórico, pero específico en fechas, puede hacernos comprender por qué ha sido uno de los personajes más populares de su época: admirado y envidiado, querido y odiado, en distinta proporción, siendo fieles a la dicotomía sentimental española.

Nace Eduardo López de Ochoa y Portuondo en 1877, en Barcelona, en el seno de una familia de rancio abolengo militar y político. Su bisabuelo fue comendador de la reina Isabel II; su padre, general de brigada, empleo obtenido por méritos en la guerra de Cuba, llegando, incluso, a ocupar puestos de gobernador militar en Málaga y Guadalajara. La madre falleció cuando él contaba solamente con siete años, pertenecía a una conocida familia cubana de banqueros afincados en Santiago. Como descendientes de General, podemos hablar de la Dra. Elena Fernández-Ferreiro López Ochoa, conocida como Dra. Elena Ochoa, quien fue la primera en atreverse a hablar abiertamente de sexo a los españoles en aquel famoso programa dirigido por Narciso Ibáñez Serrador en 1990; es la actual esposa del arquitecto Norman Foster y exesposa de nuestro H. Luis Racionero, recientemente fallecido.

PRIMEROS AÑOS Y GUERRA DE CUBA

Transcurre su infancia con un espíritu inquieto entre juegos bélicos, héroes campeadores y un entusiasmo napoleónico al más puro estilo de Alexandre Dumas, siendo los tres mosqueteros su obra predilecta. Como no podía ser de otra forma, en 1893, al segundo intento, ingresa en la Academia Militar de Toledo. El programa de formación se acortó en segundo curso debido al estado de insurrección en Cuba en 1895. Existía la necesidad de oficiales y suboficiales de baja graduación en unidades pequeñas a causa de la retención, un año más, de los reclutas de servicio obligatorio. Aunque todavía no había finalizado sus estudios, nunca regresó a la Academia; se le asignó un oficial para ser instruido sobre las materias que le faltaban por cursar, convirtiéndose entonces en oficial de la escala de reserva retribuida, comúnmente llamados “patateros” o “de cuchara”. Abandona Toledo con 18 años como segundo teniente. Toda esta situación, junto con la edad avanzada para pasar a la reserva, potenciaba aún más el atasco en las escalas militares. Los ascensos eran lentos, finalizando con suerte la carrera militar como teniente coronel o coronel. Todo ello creaba frustración y desencanto en los militares jóvenes.

Comienza aquí una carrera militar fulgurante, llena de éxitos y honores conseguidos, principalmente, por méritos en campaña. Los ascensos a mandos de unidades mayores se otorgaban mediante elección, existiendo para ello la Junta Clasificadora de Coroneles y Generales, sometida a favoritismos y presiones políticas, y la causante de más de un disgusto para López de Ochoa por su librepensamiento, su perfil antimonárquico y su carácter marcadamente republicano. Por los servicios prestados en la campaña de Cuba, consigue dos ascensos, hasta el empleo de capitán, dos cruces rojas de Mérito Militar Sencillas, tres Pensionadas y la Cruz de María Cristina. En ese momento tiene 21 años, una posición que no hubiese conseguido hasta los 35 años y un notable incremento de sus ingresos. Describe así, en sus memorias, el sentimiento que esto le ocasionaba: “… Se explicarán perfectamente los lectores que yo mirara por encima del hombro, como vulgarmente se dice, a todos los paisanos, considerándome superior a ellos, y tanto más cuanto tenía que enorgullecerme el pensar que aquel puesto que ostentaba lo había ganado con mi esfuerzo personal y sin que en su obtención hubiera influido, para nada, mi nacimiento, ni la protección indebida de persona alguna…”.

La vanidad, con el paso de los años, fue dando paso al sentido de la democracia, la justicia y la tolerancia; culminando así la forja del masón en el que llegó a convertirse. Aunque algo de presunción siempre debió quedarle. Manuel Azaña, en sus memorias, lo describía como “jactancioso y pagado de si mismo”, un piropo frente a la opinión que tenía el presidente de la República de otros jefes militares.

Su libro “Memorias de un soldado” se lo dedica a los jóvenes oficiales del ejercito y al pueblo soberano, en un afán de exaltación de esas aptitudes, y con la pretensión de que no cometiesen sus mismos errores.

ALFONSO XIII

Finalizada la guerra de Cuba, ingresa en el Batallón de Cazadores de Madrid, recorriendo diversos acuartelamientos peninsulares. En este período de su vida, contrae matrimonio con su primera esposa, una mujer cubana, de la que estaba profundamente enamorado. Eloísa Gómez, así se llamaba, fallece cuatro años después, a finales de 1903, al dar a luz a su segundo hijo. Vuelve a casarse, por segunda vez en agosto del año siguiente (1904), con Luisa Motta Fajardo.

En uno de sus destinos, cubriendo el servicio de guardia en el Palacio Real de La Granja, conoce al rey Alfonso XII, a quien gusta dejarse ver y alternar con los oficiales de su guarnición, quienes, frecuentemente, aprovechaban cualquier ocasión para ganar sus favores. Uno de estos era el teniente Millán Astray, perteneciente al mismo batallón que López de Ochoa, al que este tacha de facundo, de ejecutar constantes payasadas para divertir a su Majestad y de utilizar toda clase de artimañas para medrar en su carrera; también es cierto que no escatima en aplausos por su excelente trabajo en la creación y organización de La Legión o Tercio de Extranjeros.

Su arraigada personalidad, la falta de temperamento cortesano y los sentimientos profundamente democráticos que ya afloraban en el capitán López de Ochoa, le impedían captar la protección real, aunque no le faltarían oportunidades para ello. Otro factor que le provocaba recelo hacia la Corona era la animadversión que sentía por el jefe de estudios de D. Alfonso XIII, el teniente coronel Eliseo Loriga Parra, para el que tiene estas palabras: “…jesuita, de capa corta, que había de infiltrar en el espíritu de su discípulo la intolerancia, la hipocresía, los métodos de gobierno y los inmorales principios preconizados por esa funesta y tenebrosa orden…” Decía también que no se tomaba ninguna decisión sin su consentimiento e iniciativa, tratando a su alumno con escaso respeto e imponiendo siempre su criterio.

Se intuye que el propio Soberano no sale mejor parado en sus apreciaciones. Así pues, lo describe como una persona infantil, caprichosa, poco inteligente y carente de toda empatía, con bromas pesadas fuera de lugar, cuyo objetivo podía ser cualquiera de los presentes en ese momento, independientemente de que el acto fuera oficial o informal. Su intento por ser cercano rozaba la chabacanería. El uso indebido de esta posición privilegiada y de ciertos acontecimientos vividos en primera persona provocaba el mayor de los desagrados del capitán Ochoa. Dos generaciones más tarde podríamos comprobar que, ciertas situaciones, tienden a repetirse. No pretendo, únicamente, referirme con esta apreciación a la obsoleta monarquía en pleno siglo XXI, sino a instituciones centenarias que ven peligrar sus cimientos por la utilización que hacen de ellas los demonios de Gil de Biedma, siempre con el beneplácito de cortesanos, estultos con conocimiento de causa o sin ella y tahúres que siempre apuestan a ganador.

LAS CAMPAÑAS EN AFRICA

En enero de 1907, el capitán López de Ochoa solicita su incorporación al recién creado Regimiento de Infantería no 68, con base en Melilla. El ambiente prebélico con actitudes hostiles de algunas cabilas hacía las tropas españolas y francesas, preveía que no sería un destino fácil. El ataque a trabajadores españoles que se encontraban construyendo un puente en el barranco de Sidi Musa, cercano a Melilla, tuvo como consecuencia el estallido de la guerra el 9 de julio de 1909.

En los primeros días de campaña, destaca por su heroísmo en la defensa de una posición situada en las estribaciones del Monte Gurugú, impidiendo que caiga en manos de los insurgentes marroquíes y evitando así, con su comportamiento, una auténtica catástrofe. Por esta acción se le concedió el ascenso a comandante. Tenía 32 años. Animado por un grupo de oficiales presentes en el combate, solicita la cruz laureada de San Fernando. La petición no prosperó por el informe negativo del general Marina, gobernador militar de la plaza, ya que su declaración favorable hubiese puesto en entredicho el comportamiento de un grupo de oficiales (entre los que se encontraba su hijo) y el suyo propio como testigo y actor en la batalla. Pocos días después, se desencadena el desastre de El Barranco del Lobo, en el que pierden la vida 153 militares españoles y 600 son heridos. Mientras tanto, en la península, las organizaciones obreras convocan manifestaciones en la estación de Atocha, punto de partida de las tropas, exigiendo el fin de una campaña que únicamente defendía los intereses económicos de uno pocos.

En octubre de 1910, se incorpora a un nuevo destino en Barcelona, cuando se da por finalizada la confrontación en Melilla por la muerte del jefe moro El Chadi. Poco duró esta tregua. Exactamente un año después, el comandante López de Ochoa es de nuevo destinado a África, al Regimiento San Fernando, a cargo del coronel Primo de Rivera. Habían regresado las hostilidades en forma de fuertes ataques a las tropas españolas, esta vez por parte del jerife El Mizzián. En estos combates fue herido por un disparo en la rodilla y trasladado hasta la posición de Tauriat-Zag; dicho enclave fue atacado por sorpresa al día siguiente. Dirigiendo él mismo la defensa, pistola en mano, desde la camilla en la que se encontraba convaleciente y hasta que pudieron ser rescatados. El 1 de febrero de 1912 vuelve con licencia de herido a la península. A su llegada a la estación de Boadilla coincide casualmente con el Rey Alfonso XII, quien lo saluda afectuosamente y le hace saber que es conocedor de su hazaña. Por los acontecimientos de Tauriat-Zag y los combates de los días anteriores, le fue concedido el ascenso a teniente coronel y una cruz roja al merito militar. En marzo de ese año, todavía convaleciente, se reincorpora al Regimiento de San Fernando, esta vez al mando en propiedad del primer batallón. Hasta que su recuperación no fue completa, lo sustituyó el comandante José Sanjurjo Sacanell. Sanjurjo encabezaría un golpe de estado fallido en 1932 conocido popularmente como la “Sanjurjada”, por el que se le condenó a muerte. La pena fue conmutada para posteriormente exiliarse en Portugal, siendo el principal candidato a comandante y jefe de las tropas que se sublevaron en julio de 1936 contra la República, y falleciendo el día 20 de ese mes en accidente de aviación en Cascais, cuando se desplazaba a Burgos para asumir el mando del golpe de estado. López de Ochoa lo describe así: “Con un valor personal plenamente probado en multitud de ocasiones, sus condiciones de inteligencia y pericia en el mando de tropas no está a la altura de dicho valor. No dirige la tropa, ni da órdenes, ni instrucciones concretas sobre el campo…, limitándose a cumplir, con más o menos acierto, lo que se le manda y dando personalmente, eso sí, el ejemplo de serenidad ante el peligro y desprecio del mismo. Da también a entender que su actuación en 1932 fue deplorable para el interesado, el ejército y para la nación, bajo el gobierno de la República.

El 15 de mayo de1912 se da por finalizada la campaña de Marruecos de 1911 con la muerte del jerife El Mizzián a manos de tropas regulares indígenas mandadas por el teniente coronel Dámaso Berenguer, que sería, en enero de 1930, el penúltimo presidente del consejo de ministros de la monarquía, en la llamada “Dictablanda”, sucediendo a Primo de Rivera.

A finales de julio de 1912, el teniente coronel López de Ochoa, obtiene el mando del Batallón de cazadores de Reus no16.

Es necesario apuntar que en noviembre de ese año fue asesinado José Canalejas, con quien coincidió en el mismo barco, durante su regreso a Cuba, cuando este era todavía diputado. El futuro presidente del gobierno estaba comisionado para enterarse de lo que acontecía en la isla. La estima que sentía por el político era palpable, lamentando profundamente su perdida “como español, como admirador y demócrata”. Sus pensamientos eran afines en su defensa por la libertad, por una educación laica y una por una separación iglesia-estado, imprescindible para llevar a cabo la secularización de la sociedad. Se sabe que el presidente del Consejo de Ministros asesinado tenía muy en cuenta en su política el ideario krausista; sus colaboradores más cercanos estaban vinculados con la Institución Libre de Enseñanza.

Iniciada la campaña de Tetuán en 1913, solicita urgentemente al ministro de la Guerra destino a la Brigada de Cazadores de Madrid con el ya general Primo de Rivera al mando. La llegada a esa plaza es en junio, recibiendo el mando, en comisión, del Batallón de Arapiles no 9. Consideraba al general un líder nato e inteligente, con unas aptitudes de mando excepcionales, culto, cercano a la tropa y con una dialéctica extraordinaria, capaz de convencer a cualquiera con sus explicaciones y argumentos. Por la proximidad de sus cargos, entablaron una buena relación de amistad en la que el teniente coronel López de Ochoa llegó a sincerarse sobre la base de sus convicciones y pensamientos más profundos, siempre sustentados por su ideología democrática, liberal y republicana. Todo ello sería utilizado en su contra en el momento adecuado. Con el ascenso a general de división de Primo de Rivera, en julio de 1914, toma el mando de la brigada el general Martínez Anido por recomendación de la Casa Real, inmiscuyéndose ya el monarca en asuntos que conllevarían al desastre de Annual y desembocarían en la dictadura de Primo de Rivera. Martínez Anido se caracterizaría, años más tarde, por ser la mano derecha y brazo ejecutor del dictador Primo de Rivera, manteniendo numerosos conflictos y desencuentros con López de Ochoa que llevarían a este último a pedir su baja en el Batallón de Arapiles no 9. La persecución de Martínez Anido resultó enfermiza, prolongándose hasta 1931 con la caída de la Dictadura.

No volvería a coincidir con Primo de Rivera hasta 1923, en Barcelona, siendo este capitán general de Barcelona y López de Ochoa general de brigada, para contar con su apoyo en el pronunciamiento.

Es de destacar el prestigio ganado entre la tropa a su mando, no únicamente por su valentía al ir en la vanguardia de todas las incursiones que realizaba, sino por la seguridad que trasmitía a los soldados al sentirse protegidos por su gran experiencia en combate; siendo conocedores de que nunca arriesgaría la vida de ninguno de ellos por conseguir un escalafón más en su meteórica carrera militar. Llegó incluso a escuchar conversaciones, entre sus subordinados, en las que hablaban de que cuando los dirigía el teniente coronel López de Ochoa no había bajas.

Hay que recordar que, hasta la Ley de Reclutamiento de 1912, un recluta podía librarse de ir a filas si pagaba a otro porque fuera en su lugar. Aún con esta Ley, existía el llamado cupo de cuotas con el que las clases adineradas, si pagaban (en función de su riqueza), recibían únicamente la instrucción básica y se iban para casa (1000 pts. 10 meses ó 2000 pts. 5 meses). Aunque el pago de cuotas ya no eximía del traslado a África en caso de guerra. El sistema de mando de López de Ochoa estaba fundamentado en la justicia más estricta, no había influencias que interfirieran a la hora de enseñar el oficio a los soldados; los reclutas lo sabían y agradecían. Siguió recibiendo el cariño de la tropa años después, con numerosas muestras de afecto y visitas a su propio domicilio.

A los pocos meses de abandonar África, se le concede el empleo de coronel por méritos de guerra en los combates de la campaña de 1914 en Tetuán.

Retornaría a África en enero de 1916, al mando del Regimiento Ceriñola, con la misión de eliminar a otro jefe moro, el llamado Falso Roque o jerife de la Melenas. Fue condecorado por el éxito de en esta campaña, aunque su ascenso a general de brigada no se produciría hasta febrero de 1918, a la espera de una vacante. Tenía 41 años. El motivo aducido para esta demora fueron las presiones de las Juntas de Defensa, un organismo de tipo sindical formado por militares peninsulares (que no servían en Marruecos) y que, cansados de la concesión de ascensos por méritos de guerra, amenazaron en julio de 1917 con dar un golpe.

En los años siguientes, el general Ochoa fue ocupando distintos puestos de mando en Melilla, Madrid y Mallorca, llegando a ser gobernador militar de las islas de Mallorca, Ibiza, Formentera y Cabrera. De esta última plaza se trasladó, en noviembre de 1920, a Barcelona, para hacerse cargo de la Segunda Brigada de la Séptima División de Infantería.

LA DICTADURA DE PRIMO DE RIVERA

Inicialmente su apoyo a la dictadura fue incondicional, participando directamente en el golpe del 13 de septiembre de 1923. Primo de Rivera supo convencerle tocando los puntos más sensibles para el ya general de brigada López de Ochoa, entre ellos hay que destacar: 

-La situación del ejército en Marruecos mandado por civiles que juegan a ser generales en alusión a la sustitución de estos últimos por políticos civiles al frente a la Administración del Protectorado. 

-El problema de las bandas de pistoleros, tanto de la patronal como de los sindicatos. 

-El separatismo en Cataluña que ponía en peligro la unidad de España. La falta de depuración de responsabilidades por el desastre de Annual, en julio de 1921, y en el que hubo mas de 11500 soldados españoles masacrados a manos de las tropas rifeñas de Abd-el Krim.

Primo de Rivera recalcaba que el movimiento no sería más que un pronunciamiento circunstancial para dar el poder a civiles y que, con ello, nadie ganaría honores ni mejoras en su escala. Regresarían al mismo puesto que estaban ocupando antes del golpe. Lo que no sabía López de Ochoa es que el futuro dictador tenía un doble discurso según quien fuese su interlocutor; a los amigos del rey, decía que el movimiento era para salvar al monarca; a los independentistas catalanes moderados, que tendrían su autonomía, incluso pactó la modificación de ciertos aranceles que beneficiaban a la burguesía catalana. Todos pecaron de ingenuidad.

Su actitud cambió drásticamente al darse cuenta de las verdaderas intenciones del dictador y del que llama su secuaz ministro de gobernación, Martínez Anido: amordazar al país para hacer desaparecer el expediente Picasso y, por tanto, la depuración de responsabilidades de lo acontecido en Annual, que salpicaban al propio rey; asegurándose así un poder personal y absoluto. La mano del dictador se alargó hacia todos los estamento sociales; la justicia la manejaba a su antojo, siempre a beneficio propio y de sus afines; fue impuesta la censura en la prensa o lo que es lo mismo, la prensa al servicio del dictador; la libertad de expresión y pensamiento amordazada y su máximo exponente, el Ateneo de Madrid, obligado a cerrar su salón de conferencias, encarcelada la junta elegida por los socios, nombrada otra por Real Orden con un títere a la cabeza que suprimió, de este estamento de la intelectualidad española, la libertad de tribuna.

Una de las primeras medidas en tomar la Dictadura fue la modificación de la Junta Clasificadora para el ascenso de generales y coroneles. Esta junta estaba formada por el jefe del Estado Mayor como presidente y cuatro tenientes generales pertenecientes a la escala de reserva, por ello poco coaccionables y sin aspiraciones a conseguir otros puestos y retribuciones mayores. Por Real Decreto del mismo mes de septiembre de 1923, esta Junta Clasificadora fue disuelta y sustituida, excepto su presidencia, por tenientes generales en activo y con puestos muy codiciados, es decir, con mucho de lo conseguido que proteger y perder. Se cumple así la máxima de todos los regímenes o sistemas totalitarios, entre los que se encuentran reflejados algunos partidos políticos o asociaciones que, teniendo por bandera unos profundos valores, sus falaces dirigentes hacen un uso retorcido de ellos; sancionando a cargos electos y sustituyéndolos por hombres de paja que sirven para el mantenimiento de sus intereses personales.

Primo de Rivera había faltado a todos los compromisos adquiridos con López de Ochoa. En el mes de noviembre de 1923, dos meses después del pronunciamiento, por ser el general de brigada más antiguo, desempeñaba el cargo de gobernador militar de Barcelona. En una maniobra de engaño entre el dictador, Alfonso XIII y la Junta Clasificadora, se le apartó de la promoción a general de división, aún estando en segundo lugar de la lista y habiéndose producido vacantes. Intentó aclararlo directamente con Primo de Rivera, quien le dio a entender que, por su carácter independiente y liberal, inspiraba temor. El rey, en audiencia, le prometió su intermediación. Días después vuelta a reunirse la Junta Clasificadora, no solo ratificó lo acordado anteriormente, sino que lo eliminó de la lista de ascensos pasándolo a la reserva. El recurso que interpuso posteriormente al Tribunal Supremo de Justicia no sirvió para resolver esta trama. Así comenzaba la persecución al general López Ochoa, extendiéndose a cualquier ciudadano sospechoso de poder integrarse en un movimiento revolucionario contra la dictadura. Con estas medidas se pretendía su aislamiento del estamento militar y que se ignorasen los verdaderos motivos por los que fue relegado a la reserva. El vínculo con cuarteles e instituciones militares con las que había estado relacionado, así como su brillante hoja de servicios, que provocaba admiración entre los oficiales más jóvenes, hicieron que este asunto no pasase desapercibido para nadie.

EN LA MASONERÍA

Su ingreso oficial en la masonería fue el día 11 de julio de 1924, en la logia Resurrección no 4 de Barcelona. El nombre simbólico que adoptó fue Rectitud. Esta Logia había levantado columnas un año antes, el 30 de junio de 1923, y pertenecía a G.L.S.regional del Nordeste (GLRNDE)- G.O.E. y al SCG33. Fue pasado a 2o grado al mes siguiente (26 agosto de 1924) y elevado a 3o dos meses después (16-10-1924), en una trayectoria masónica tan meteórica como la castrense. El 30-11-1924, presenta la plancha de quite en su logia madre para levantar las columnas de la logia Rectitud no 5 (llevaba su nombre simbólico) perteneciente a la misma obediencia. Se convierte en su primer V.M. Siempre me quedará la duda si era una logia creada a medida, aunque hay que analizarlo con una perspectiva de situación, lugar y época. En 1925, ya era grado 13; ese mismo año y al siguiente, ocupó el cargo de Gran Secretario de la GLRNDE y, en 1927, el de Segundo Vigilante.

En noviembre del año 25 fue detenido por orden de Martínez Anido, acusado de participa en el primer complot militar gestado por el coronel Segundo Díaz, y del cual no tenía conocimiento alguno porque los encargados de avisarlo no dieron con su paradero. Aunque el juez instructor del sumario no encontró causa alguna para procesarlo, continuó detenido. Tras interponer una denuncia contra Martínez Anido, enviar una instancia al rey y escribir a Primo de Rivera solicitando poder responder al “calumniador” en la prensa, fue puesto en libertad. El coronel segundo Díaz intentaría otro pronunciamiento, más organizado, conocido por la “Sanjuanada” en junio de 1926; fracasando de nuevo. Los dos intentos tenían como misión derrocar la dictadura, pero salvar la monarquía.

La persecución continuaba y la censura impedía publicar cualquier tipo de noticia en las que apareciera López de Ochoa, ni siquiera la de la concesión de la placa de San Hermenegildo por sus 35 años de carrera militar en diciembre de 1924. En enero del año siguiente, se organiza un homenaje por iniciativa tanto de personas civiles como militares; tuvo que cancelarse por prohibición explicita de asistencia a miembros del ejército y coacciones al resto de invitados.

Se encontraba continuamente sometido a vigilancia. Entre la policía no pasaron desapercibidas las habituales visitas que realizaba a un edificio del pasaje de Méndez Vigo, en Barcelona. Siendo este lugar el emplazamiento del templo masónico donde se llevaba a cabo los trabajos de su logia. Nunca la masonería ha estado vista con buenos ojos por las

dictaduras, entre otras cosas, por ser un reducto de libertad y librepensamiento dentro de un sistema totalitario. La Jefatura Superior de Policía pidió a las autoridades masónicas un listado de miembros para saber si López de Ochoa formaba parte de la ella, al serle negada esta petición, cerró ese templo por considerarlo peligroso para el gobierno. La actuación de los directorios militar y civil frente a la masonería no tuvo mucha coherencia: en Barcelona se encontraban varias logias clausuradas y algunos de sus miembros fueron encarcelados, mientras en Madrid se celebraban Asambleas Nacionales sin ningún tipo de problema.

Algunas logias se convirtieron en un lugar de encuentro no solo masónico, sino político, un lugar donde expresarse libremente y con seguridad. La red de espías era extensa, y la actuación contra ellas y sus miembros fue implacable.

En febrero de 1927, el GOE acepta su dimisión como S. V. regional debido a los problemas masónico-políticos existentes dentro de la GLRNDE. Esta dimisión trae como consecuencia el abatimiento de columnas de la logia Rectitud no 5. Incongruentemente, parece ser, que estos disturbios tuvieron que ver con el apoyo de López de Ochoa a la llegada de la dictadura de Primo de Rivera. El GOE admite su pase a sueños el 18-1-1928.

Debido a otra instancia presentada ante el capitán general por un arresto al que fue sometido, en ella vertía duras opiniones contra la dictadura y el rey. El juez instructor no encontró razones para procesarlo voluntariamente, aunque tuvo que hacerlo en julio de 1928, un año después, por coacciones desde Madrid. Desde verano de ese año, se encontraba vigilado día y noche por dos agentes de la policía secreta. Un día de septiembre de 1928, encontrándose reunido en el despacho de su amigo Eduardo Layret (abogado y masón), llegó la policía inesperadamente, considerando esa reunión como clandestina al encontrar una carta sobre la mesa con un asunto relacionado con la masonería. Fue condenado a 10 meses de prisión. A los pocos días, dos guardias civiles fueron a detenerlo para llevarlo preso a la fortaleza de Montjuic. Les pidió vestirse, ya que estaba en pijama, pero antes de que pudiera darles su palabra de honor de que no lo intentaría, se escapó por la ventana. Uno de los marcadores que miden la calidad humana de las personas es el valor de su palabra y la confianza que esta genera en los demás. López de Ochoa nunca se hubiese fugado si hubiese tenido que pagar un precio tan alto a su honestidad. La carencia de estos valores es lo que echamos todos en falta por parte de quien debería dar ejemplo.

Nada más atravesar la frontera de Francia, escribió dos cartas: una para exculpar a los guardias civiles que habían ido a detenerlo y que no fuesen acusados de estar implicados en su fuga, y la otra para decir que la masonería de Barcelona no tenía nada que ver con el complot descubierto en septiembre de 1928. El 28 y 29 de ese mes, sería la fecha indicada por el Sr. José Sánchez Guerra, un apreciado político de la restauración que llegó a ser presidente del Consejo de Ministros en 1922, para aglutinar a las personas ideológicamente más dispares y hacer un frente común contra la dictadura. El complot de septiembre era solo un preparativo para algo de mayor calado que tendría lugar 28 y 29 de enero de 1929. López de Ochoa tendría un papel fundamental al hacerse cargo del mando militar de Cataluña. El general atravesó la frontera con este propósito, pero al comprobar el fracaso del plan por la inacción de un movimiento popular pactado anteriormente, y por la cobardía y traición del capital general de Valencia, Castro Girona, tuvo que abandonar territorio español de nuevo para protegerse de la policía que ya seguía sus pasos. El fracasado levantamiento se llevó a cabo, únicamente, en el Regimiento de Artillería de Guarnición en Ciudad Real. El cuerpo de Artillería había sido disuelto por Primo de Rivera, en común acuerdo con el Rey, por los enfrentamientos debidos a la promulgación de un Real Decreto de julio de 1926, echando por tierra el compromiso de los artilleros al salir de la academia de mantener la escala cerrada (solamente aceptaban ascensos por rigurosa antigüedad). Los artilleros se declararon entonces abiertamente republicanos. Durante los dos años siguientes, López de Ochoa vive exiliado entre Francia y Bruselas, donde escribe el libro, publicado en 1931 con prólogo de Ortega y Gasset, “De la Dictadura a la República”. En esta obra explica todos los detalles de su adhesión al pronunciamiento, las verdaderas intenciones del dictador, así como su oposición y persecución por parte del régimen.

Para remarcar su profundo carácter republicano, me permito transcribir parte de un párrafo:

“Los borbones han seguido siempre en nuestro país un sistema de anestesiar aquello de más noble y digno que ha habido en la nación. Para ello han encontrado siempre sus hombres; Cánovas y Sagasta, el siglo pasado, se encargaron de gobernar el país dando una sensación de libertad y de constitucionalismo, cuando en realidad todos servían a la Monarquía como los ministros del absolutismo. Sus sustitutos han sido siempre iguales. Los Gobiernos de España no tuvieron nunca otra misión principal que la de salvar al Rey, entreteniendo y desviando los anhelos y la voluntad popular. Las cortes españolas han sido siempre una ficción, una farsa constitucional, que no tenía otro fin que ser la ejecutora y el escudo al mismo tiempo de la autoridad real.”

De lo que nunca se arrepintió, en sus confesiones autobiográficas, fue de haber contribuido a la erradicación de la llamada vieja política de la restauración. Era un sistema bipartidista de alternancia, pactado y enquistado en la corrupción al que consideraba la fuente de muchos de los males que llevaba arrastrando España desde finales del siglo anterior.

Las injusticias sufridas por el general López de Ochoa eran proyectadas en todos los ámbitos sociales, militares y políticos. Intelectuales, estudiantes y trabajadores, independientemente de su estatus, fueron acosados ante la más mínima sospecha de estar actuando contra el Régimen. Las detenciones, depuraciones y torturas se sucedían impunemente generando un caldo de cultivo conspirativo a punto de estallar. El rey Alfonso XIII consigue parar el golpe que se estaba gestando, retirando su apoyo a Primo de Rivera, que presenta su dimisión el 28 de enero de 1930. Como ya es sabido, el monarca comete el error de entregar el gobierno al general Berenguer, máximo responsable del desastre de Annual. Dámaso Berenguer prometía una vuelta a la realidad constitucional.

Con el cambio de gobierno, López de Ochoa regresa de su exilio, se presenta ante el nuevo presidente del Consejo de Ministros y comprueba que nada había cambiado. El 17 de junio de 1930 es arrestado por la publicación del libro De la Dictadura a la República, aunque en agosto fueron eliminados los cargos. Berenguer dimite el 14 de febrero del 31. El rey le propone la formación de un gobierno a Sánchez Guerra. El general López de Ochoa vuelve a ser reinstalado en el ejército como comandante de la guarnición de Barcelona. Sánchez Guerra fracasa en su propósito al negarse los republicanos a formar parte de un gobierno con un monarca como jefe del estado y desestima entonces la oferta de Alfonso XIII de crear un gabinete. Se nombra presidente del Gobierno al Almirante Aznar, que convoca elecciones municipales el 12 de abril, con victoria de los partidos republicanos en las principales ciudades. El resto ya se conoce.

LA II REPÚBLICA

Ese mismo 14 de abril de 1931, mediante una llamada telefónica, fue ascendido a capitán general de la cuarta región militar por orden del gobierno provisional de la República y confirmado por Orden Numero 85 en la que también se le promovía a general de división con una antigüedad desde el 22 de enero de 1924 (que era la fecha que le hubiese correspondido). En su juramento, prometió por su honor servir fielmente a la República. Por lo comentado anteriormente, su palabra no tenía precio y sus juramentos no eran en vano. Una rápida sucesión de hechos en el año 32:

El 14 de julio fue cesado del cargo que ocupaba. El 24 de julio de 1932 se le ordenó fijar su residencia en Madrid. El 25 de septiembre se le nombró jefe de la Tercera Inspección General del Ejército. Ese mismo año se divorcia legalmente de su segunda esposa Mª Luisa Motta. Vuelve a contraer matrimonio civil el 31 de mayo de 1933 con Purificación Celeiro. El 16 de agosto de 1934, nacería su hija a la que le puso el nombre de Libertad, mostrando así, una vez mássu perfil progresista. Tras la proclamación de la República, se reintegró a la logia Rectitud no 5 ocupando el oficio de Primer Vigilante y de Segundo Vigilante en la GLRNE. A principios de 1933, fue exaltado al grado 18.

El 29 de mayo de 1933 presenta plancha de quite, confirmada por la obediencia regional el 31 de mayo de 1935.

Un acontecimiento sacó a la luz su condición de masón: En 1934, el ministro de guerra Diego Hidalgo decretó la prohibición de pertenecer al ejercito y a partidos políticos; por este motivo, hubo un debate en el parlamento en el que un diputado derechista, Dionisio Cano López, que una semana antes había solicitado que ningún miembro del ejercito pudiera pertenecer a la masonería, citó el nombre de varios jefes del ejercito que pertenecían a la misma; entre ellos el del general de división López de Ochoa. El argumento expresado era que la masonería era una organización política. La respuesta de otro diputado fue que no tenía ni idea de lo que era ni de lo que representaba, la masonería. El ministro lerrouxista se centró en la importancia de la disciplina. El listado de Dionisio Cano fue utilizado más tarde por el ministro cedista Gil Robles. López de Ochoa fue cesado de su cargo de jefe de la 3a Inspección del Ejército el 3 de junio, al igual que varios de los militares citados en la lista.

OCTUBRE DE 1934. ASTURIAS

En octubre de 1934 se produce el estallido de la huelga general, que solo tuvo un fuerte arraigo revolucionario en Asturias, y la proclamación de Estado catalán. La gota que había colmado el vaso fue la entrada en el gobierno de Lerroux de varios ministros de la CEDA (partido antirrepublicano, católico, fascista y con idea de establecer un régimen totalitario al más puro estilo italiano).

En una tensa reunión del Gobierno, el presidente del consejo de ministros, Alejandro Lerroux, decidió, con el apoyo del presidente de la República Alcalá Zamora, que fuese el general López de Ochoa quien se hiciera cargo de las tropas que iban a actuar en Asturias. Esta elección se basó tanto en la experiencia como en la firmeza y talante negociador del general; se quería evitar un número elevado de víctimas. El ministro de guerra, Diego Hidalgo, había abogado por Franco, haciendo posteriormente lo posible para que este interviniese en las operaciones que se iban a llevar a cabo. Se le supone al futuro generalísimo un papel más importante del que realmente ejerció en esta campaña; su misión era, únicamente, la de asesorar al ministro de Guerra. El 6 de octubre por la tarde, el general López de Ochoa fue convocado a una reunión en el despacho de Diego Hidalgo, en donde se le indicó su cometido; allí se encontraban el propio ministro y tres jefes militares más (el subsecretario del ministerio general Castelló, Franco y el jefe del estado mayor general Masquelet). El primer consejo dado por el futuro Dictador fue traer una columna de legionarios y regulares desde África con el coronel Yagüe, afiliado ya a Falange, al frente de la misma. Esta propuesta fue aceptada de buen grado por el ministro por pretender causar el menor número de bajas entre los soldados de reemplazo peninsulares.

Las relaciones del general Ochoa con gran parte de los mandos africanistas no era buena. Siempre bromeaba con que fue el General más joven de España por méritos propios, en clara alusión a las recomendaciones palaciegas y la gran “amistad” que unía a Franco con Alfonso XIII; lo que le habría hecho medrar en su carrera de forma sospechosamente rápida.

El 7 de octubre, López de Ochoa se une al Batallón no 12 que se dirigía desde Lugo con destino a Oviedo. Franco aconsejó al gobierno enviar fuerzas de socorro a Oviedo desde Valladolid, tres baterías del Regimiento de Artillería no 14 que quedaron bloqueadas por los rebeldes que se encontraban fuertemente armados con fusiles, ametralladoras, cañones y bombas de mano. Una columna procedente de León, bajo el mando del general Milán del Bosch, fue también detenida por los amotinados.

El Batallón no 12 avanzaba sin pausa, aunque con algunos obstáculos en la carretera que disminuían su marcha. Al llegar a Grado, se dieron cuenta de que los insurgentes habían abandonado la localidad y los estaban esperando a las afuera, en el desfiladero de Peñaflor; al día siguiente, en una maniobra de despiste, en lugar de avanzar hacia Oviedo pasando por Trubia, punto fuerte de los sublevados y con una fabrica de armas a su disposición, se dirigió camino de Pravia, donde los insurrectos, ante la sorpresa, huyeron para esperarlos a la salida del pueblo, en donde tuvo lugar un intenso tiroteo con dos soldados herido leves y 25 prisioneros rebeldes. Era urgente la llegada a Oviedo, pues las tropas que defendían la ciudad se encontraban atrincheradas bajo un potente fuego enemigo. En Avilés los combates fueron más intensos, perdiendo un hombre y quince heridos entre soldados, suboficiales y un oficial, en dos horas de combate. Al día, comprobaron que los rebeldes se habían retirado abandonando muchas armas. Continuos sabotajes en las carreteras y puentes obligaban a ralentizar la marcha. La primera misión al llegar a Oviedo era liberar a los cuarteles sitiados de Santa Clara y Pelayo y el Gobierno Civil. La contienda duró hasta el día 15, eliminando los últimos focos rebeldes de la ciudad. La sorpresa se la llevó el general cuando comprobó que Franco, desde Madrid, estuvo dando órdenes, retrasando a la tropa y exponiéndola a un desastre. Por ejemplo, la de enviar un batallón desde La Coruña para ocupar Grado que ya lo habían hecho las fuerzas al mando de López de Ochoa o pretender dirigir el avance del ejército hacia las Cuenca Minera, competencias únicamente disponibles para el general responsable de las tropas. El ataque a las Cuencas Mineras, en donde se encontraban todos los medios rebeldes replegados y fortín de esta revolución, era una operación delicada, no quería ocuparla sin hacerlo antes con Trubia en donde se encontraban numerosos prisioneros inocentes, incluido un exministro, José Pedregal. El día 16, las tropas se dedicaron a recoger el armamento abandonado y a enterrar a los 500 muertos que se encontraron por la ciudad. Los días 17 y 18 liberaron Trubia y al gran numero de prisioneros que allí se encontraban; casi todos oficiales, jefes y familiares de los responsables de la fábrica de armas de esa localidad. El encargado de esa misión era la columna de Legionarios y Regulares de Yagüe, que no quiso negociar una capitulación condicionada, empleando los métodos resolutivos que utilizaría años después en la matanza de Badajoz, cuando se convirtió en el carnicero de esa ciudad extremeña. Preparando el general Ochoa el ataque a las Cuencas Mineras, se presentó de paisano, en el Cuartel de Pelayo, el teniente Torrens de la Guardia Civil. Este, había sido hecho prisionero al inicio de la contienda y enviado como mensajero desde Sama (centro de operaciones de los sublevados), para preguntar si se aceptaría una capitulación y en qué condiciones. El general dijo que la condición indispensable era entregar las armas y le escribió en un papel los siguientes puntos para que no hubiese malas interpretaciones: – La sumisión de los grupos armados depositando sus armas. – La liberación de todos los prisioneros, entregándoles su armamento. – Que se entregaran la cuarta parte de la junta o comité regional como rehenes.

A las pocas horas regresa el mensajero acompañado de uno de los líderes obreros, el socialista Belarmino Tomás. Con el teniente Torrens de testigo, le dice al General que admite todos los puntos del acuerdo, aunque para el último necesitará un par de días porque la junta o comité regional se había dispersado. El general sustituye, entonces, este término por el del cese inmediato de los disparos a sus posiciones desde el barrio de San Lázaro. La única condición que pedía Tomás era que se tomara la Cuenca Minera sin violencia ni represalias y que no interviniesen en la acción las tropas de regulares indígenas al mando del coronel Yagüe. Esta circunstancia tenía muy preocupado al líder sindicalista por la fama que precedía a esos soldados con asesinatos, violaciones y toda clase de atropellos contra la población civil. En una entrevista publicada posteriormente en el periódico El Socialista, Belarmino Tomás reproduce las palabras del general López de Ochoa:

Usted sabe que soy masón y que, por defender los principios liberales y mis convicciones republicanas, he vivido desterrado durante dictadura. Donde usted me ve, he escrito un libro contra Martínez Anido. Sí, señor. Puede estar seguro de que por mí no se verterá una gota más de sangre. Ya se ha vertido bastante.”

Los disparos cesaron inmediatamente. El día 19 de octubre se toman los pueblos de la Cuenca Minera de forma pacifica según lo acordado y sin disparar un solo tiro, entregando los alcaldes las armas requisadas al paso de las tropas. A la columna de Yagüe la ordena replegarse hacía Oviedo ese mismo día, haciendo responsable al coronel de cualquier altercado que pudiera ocurrir. Los quince días siguientes se emplearon en perseguir a algunas partidas rebeldes. A mediados de noviembre se da por finalizada la campaña.

Las discrepancias con el coronel Yagüe fueron siempre manifiestas durante todo este tiempo. Este acusaba al general de no admitir ninguna sugerencia y de no contar con él para nada. El día 18 por la tarde, Ochoa se reúne con Yagüe para explicarle los términos del pacto con Belarmino Tomás. El coronel, furibundo, llega a desenfundar su pistola y a encañonar al General acusándolo de blando. El falangista contra el masón, preludio de lo que ocurriría dos años después. Este incidente no lo iba a olvidar Ochoa tan fácilmente, procesando y arrestando a Yagüe unos días después por las declaraciones hechas a la revista Mundo Gráfico y al periódico ABC en las que afirmaba que “Ochoa tuvo a su columna embotellada en el cuartel de Pelayo”. Meses más tarde, en una conversación de López de Ochoa con el vicesecretario del PSOE Juan Simeón Vidarte (sobrino del General Castelló) le confiesa que el conflicto con Yagüe fue debido a que un grupo de legionarios sacó de la cárcel de Sama a veintisiete trabajadores a los que decapitaron y mutilaron sus genitales y el resto del cuerpo, enterándose más tarde él mismo, que uno de esos legionarios se paseaba con las orejas colgadas de un alambre a modo de collar. Los culpables fueron detenidos y fusilados de inmediato. Tampoco sentó bien al futuro “Carnicero de Badajoz” que pasara por las armas a seis moros por las violaciones, asesinatos y saqueos que cometieron contra la población. El ministro de Guerra le recriminó que no hubiera llevado a estos soldados ante un consejo de guerra. La contestación fue que les dio la misma oportunidad de defensa que ellos a sus víctimas.

El 24 de octubre llegan el ministro de guerra y Franco a Oviedo, sabiendo de antemano el ferrolano lo acontecido con Yagüe, y lo que este le había dicho: Ochoa acepto el pacto con los revolucionarios por su condición de grado 33 de la masonería.

Los actos de represión comenzaron en Asturias al poco tiempo. De los más sonados es el asesinato del periodista Sirval, enviado especial del diario El Mercantil Valenciano, a manos de un legionario de origen búlgaro, Iván Ivanoff, que le descerrajó seis tiros a bocajarro cuando estaba a punto de enviar su tercera crónica en la que acusaba a su asesino del fusilamiento de Aída de la Fuente, joven comunista a la que se llamó la “Rosa Roja de Asturias”. Ivanoff salió impune al creer el Tribunal de Urgencia de Oviedo que el arma se le disparó accidentalmente. Este suceso provocó una carta de protesta que firmaron los intelectuales más destacados del momento, entre los que se encontraban Machado, Unamuno, Juan Ramón y Azorín. El asesinato de Sirval se llevó a cabo el 27 de octubre, cuando aún el general Ochoa se encontraba en Asturias.

A partir del día 21 fue cuando empezaron a disminuir los efectivos de tropa y a aumentar el de Guardia Civil al mando del comandante Lisardo Doval y Bravo, verdadero instigador de la represión en Asturias. Doval contaba con poderes extraordinarios de autonomía y jurisdicción frente a Ochoa, concedidos por el ministro de guerra Diego Hidalgo. Se le permitía detener, registrar, capturar rebeldes y armas con total libertad de acción. El comandante de la Guardia Civil

fue despiadado y sanguinario en su cometido, lo que salpicaría y provocaría el asesinato años más tarde del general masón.

A finales de noviembre, López de Ochoa abandona Asturias y regresa a Madrid, a su puesto de inspector general del Tercer Ejercito.

El 15 de febrero se le otorga por parte del gobierno la recompensa de más mérito que puede poseer un oficial del ejército, la Cruz de San Fernando. Lerroux propuso a López de Ochoa y a Domingo Batet (por su actuación contra la proclamación del estado catalán) un ascenso a tenientes generales, grado que se había suprimido por las reformas efectuadas por Azaña. Ese mismo día se le concedió a Franco la Gran Cruz del Mérito Militar y se le nombró comandante en jefe de las tropas de Marruecos. El ayuntamiento de Avilés, en agradecimiento, le entregó a Ochoa la Medalla de Oro de la Villa.

Los periódicos de la derecha escribían sobre Franco como el salvador de la República, mientras desde las de izquierdas se orquestaba una campaña en contra del general Ochoa, acusándolo de ser el encargado y promotor de la represión, siendo tratado como el “verdugo de Asturias”.

ACOSO Y MUERTE

Su actuación en Asturias también causó protestas dentro de la Masonería, en concreto en la logia Themis, perteneciente a la GLE (Gran Logia Española) que incluso pedía su irradiación en 1935; ese mismo año se iniciaría en esa logia Luis Salat, fundador y primer Gran Maestro de la Gran Logia de España. En 1936 se publica su libro Campaña Militar de Asturias en octubre de 1934.

Después del triunfo del Frente Popular en las elecciones de febrero del 36, López de Ochoa fue cesado el 14 de marzo y detenido el 30 de ese mismo mes, mientras se investigaba lo sucedido en Asturias. Se le acusaba del fusilamiento de 20 civiles en el cuartel de Pelayo. Investigaciones recientes culpan de los mismos al capitán de la Guardia Civil Nilo Tella Cantos, probablemente actuando sin el conocimiento de López de Ochoa, aunque este pudiera tener responsabilidad como mando superior. Inicialmente, ingresa en la prisión militar de Burgos, pero gracias a las gestiones llevadas a cabo por su esposa, es internado en el Hospital Militar de Carabanchel (actual Hospital Central de la Defensa Gómez Ulla) por una enfermedad simulada. A principios de agosto, casi quince días después de producirse el alzamiento, los periódicos comienzan a lanzar noticias denunciando que hay generales desafectos en zona republicana y sin ser juzgados. El 11 de agosto es dado de baja del ejército, lo que conllevaba a la pérdida de empleo, pensión y condecoraciones. Esta medida era tomada sobre los militares no leales o sospechosos de no serlo. Este no era el caso del general Ochoa, incluso hay testimonios que indican que con el general López de Ochoa era improbable contar para el golpe de estado; es más, algunos decían expresamente que si este participaba ellos no lo harían. No hay ninguna prueba que revele su simpatía con el levantamiento, al contrario. Se cree que esta baja del ejército se produjo para satisfacer las ansias de venganza por la represión en Asturias ya que aún no había sido juzgado.

Al estallar el alzamiento, el hospital se reorganizó en Comités de Milicia, uno militar y otro civil formado por trabajadores que se ocupaban de diversos oficios dentro del hospital. Desde el primer momento, las intimidaciones eran constantes hacía su persona, peligrando en todo momento su integridad física. La tensión crecía conforme pasaban los días. La amenaza constante era quemarlo en su habitación. El ministro de guerra (general Castelló), con la pretensión de proteger a López Ochoa, aconseja al coronel director del hospital, González Deleito, un plan de fuga. El intento fracasará dos veces: una de ellas disfrazado de monja, la otra dentro de un ataúd haciéndose pasar por muerto al suministrarle una inyección de morfina. Por esta última tentativa fue fusilado el coronel Deleito por un grupo de milicianos del Comité de Milicias de Carabanchel Alto (formado por miembros de la CNT); a pesar de los esfuerzos del doctor Gómez Ulla por impedirlo.

El 17 de agosto, ante los rumores de traslado de los militares ingresados, los Comités civil y militar junto con el del pueblo de Carabanchel Alto, invaden el hospital. El objetivo era López de Ochoa, al que trasladan entre gritos, empujones e insultos a un montículo cercano, el cerro de Almodóvar. Sin querer entrar en muchos detalles, diré que fue acribillado a balazos, le cortaron la cabeza que, pinchada en una bayoneta, fue paseada por las calles del barrio. Hasta en ese último momento mostró su arrojo, indicándoles a sus asesinos dónde debían disparar, a la mano derecha que tenía colocada sobre el corazón. Me gustaría pensar, por darle algún sentido menos trágico a ese momento, en nuestro imaginario simbólico con un signo de fidelidad: fidelidad a su profesión y al ejército, a los que amaba profundamente; fidelidad a sus principios y valores, con los que nunca dio un paso atrás y, por tercera vez, fidelidad para con su hija Libertad, que cumplía dos años el mismo día en que decenas de balas atravesaban el cuerpo de su padre. Hay diversas informaciones, unas indican que la cabeza fue devuelta al patio del hospital donde estaba el cuerpo, pero otras ya apuntan a que nunca apareció. De una forma u otra, al día siguiente, el cuerpo fue enterrado en el Cementerio del Este (actualmente de La Almudena). Se publicó una escueta noticia en el ABC de Madrid en la que se indicaba su fallecimiento debido a una dolencia por la que estaba ingresado.

La primera fotografía que contemplé del General López de Ochoa, ya hace algunos años, fue la de su cadáver tendido, con numerosos agujeros de bala repartidos por todo su cuerpo, la cabeza la sujetaban sus piernas y en su frente aparecían también claros signos de haber sido atravesada por un disparo. No se apreciaba su mano derecha, pero si su antebrazo ennegrecido y dañado. El interés por este personaje surgió a raíz de lo que estaba escrito en el pie de foto: “El cadáver del general López Ochoa perteneciente al Supremo Consejo del grado 33 y declarado traidor por la Masonería revolucionaria. Es un caso típico de venganza masónica”. El lector podrá imaginarse la procedencia de dicho volumen, en el que se acusaba a los grados vengadores de la Masonería de su muerte. La página adyacente la ocupaba un grabado simbólico tergiversado, con el escrito: “Símbolo masónico que figura en el ritual de los grados vengadores de Hiram. Rezuma pacifismo”.

Balzac decía que la ignorancia es la madre de todos los crímenes. Qué razón tenía. Los masones siempre hemos sido un blanco fácil de ignorantes y manipuladores. A lo largo de la historia, cualquier desgracia en la que se viera implicado un masón, apuntaba como causa más probable la de su pertenencia a la orden. No iba a ser menos la pasión y muerte de este general masón que lo único que hizo fue cumplir con su deber, nos guste más o menos su trabajo. Era un soldado y su misión fue hacer la guerra, defender a su país y ser leal a su gobierno en base a sus convicciones. Gracias a él se salvaron miles de vidas en Asturias; sin negociación, las hordas de Yagüe, sedientas de venganza, hubiesen arrasado las Cuencas. Los mineros hubiesen resistido hasta morir matando. La manipulación que sufrió su figura vino por parte de los dos bandos. Es difícil predecir cómo se hubiesen desarrollado los acontecimientos si hubiese logrado escapar del Hospital Militar. A pesar de ser considerado un enemigo por parte del gobierno del Frente Popular, su ideología era mucho más fuerte para con la República que las persecuciones de una administración pasajera. Lo que está claro es que no hubiese vuelto a caer en el engaño de apoyar a otra dictadura. Por su relación y opinión con personajes como Sanjurjo, Millán Astray, Yagüe y Franco, así como el enfrentamiento con la mayor parte de los jefes “africanistas”, sabemos a ciencia cierta el camino por el que no se hubiese desviado.

Denostado y vilipendiado por algunos sectores dentro de la Orden, supo aguantar dentro de su logia los envites que sufría del exterior. El último capítulo de iniquidad lo sufriría ya en democracia y afectaría a sus descendientes, en concreto a su esposa Purificación Celeiro. El matrimonio de Eduardo López de Ochoa y Purificación Celeiro fue anulado por las leyes franquistas en 1944, por la aplicación de las leyes de 23 de septiembre y 23 de octubre de 1939, derogando la ley de Divorcio Republicana. A partir de ese momento, se convirtió en su legítima viuda su exesposa Luisa Motta, coparticipando de su pensión con la hija legítima de su anulado matrimonio Libertad López de Ochoa Celeiro. Pues bien, a raíz de la nueva ley de Divorcio de 1981, Purificación Celeiro volvió a solicitar la concesión de la titularidad de la pensión (Luisa Motta ya había fallecido), oponiéndose a ello el Consejo Supremo de Justicia Militar, hasta que, en 1984, el Tribunal Supremo le otorgó ese derecho.

Uno de los significados de la palabra redimir es el de poner término a algún vejamen, dolor, penuria u otra adversidad o molestia. Espero que este trabajo haya aportado algo de Redención sobre la figura del General Eduardo López de Ochoa y Portuondo y con la deuda que tiene este país con su memoria.

Bibliografía:

 Eduardo López de Ochoa y Portuondo: Memorias de un soldado. Memoria familiar de Purificación Celeiro y Libertad López de Ochoa. Ed. Belacqua (2007).

 General E. López de Ochoa: De la Dictadura a la República. Prólogo de Ortega y Gasset. Ed. Zeus (1930).

 General López Ochoa: Campaña Militar de Asturias en octubre de 1934. Ed. Yunque (1936).

 Manuel de Paz Sánchez: Militares Masones de España. Diccionario biográfico del siglo XX. Fundación Instituto de Historia Social (2004).

 Ezequiel Ignacio Garcia-Municio: Militares Ilustrados, Liberales y Masones (de 1728 a 1936). Ed.masónica.es (2018).

 Toda la verdad sobre el brutal asesinato del general López

Ochoa: gerraenmadrid.net

 Eduardo López de Ochoa y Portuondo. Real Academia de la

Historia: dbe.rah.es

 Horacio Vázquez Rial: La muerte del general López de Ochoa.

libertaddigital.es

 Yagüe encañona a Ochoa: Diario la nueva España. Morán

(2009) lne.es

La Joya del Arco Real

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La medalla del AR es uno de nuestros símbolos identitarios más representativo. Se otorga a la persona recién exaltada como prueba de nuestra aprobación y reconocimiento de Compañero.

Su colocación debe ser lo más cercana  posible al corazón y es la primera antes que cualquier otra. Son la únicas medallas de cuerpos colaterales autorizadas por la GLE (aparte de las que pueda autorizar el GM) y resto de GG.LL. Por tanto, puede ser utilizada en los trabajos de la simbólica, entendiéndose con ello que se conoce una palabra más que nos lleva hacia la palabra perdida.

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Existen tres tipos de medallas que se diferencian únicamente por el color de la tela que la soporta. Blanco (Compañeros no Instalados). Rojo Burdeos (Instalados-Principales ) y Tricolor (Grandes Oficiales). Estos tres colores serían: los propios del AR, así como el azul que lo reconocemos como el de Emulación, al ser la procedencia del Arco Real de este Rito, como una extensión de su Tercer Grado.

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Medalla actual

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Medalla antigua

Si la calidad de vuestras joyas os permite visualizar  la parte delantera y la trasera, os diré que son distintas. Consta de un anverso y un reverso perfectamente diferenciados.

Antiguamente esta no era realmente su estructura sino que ambas caras eran totalmente distintas. La descripción de la joya que realiza en 1922 Walter Leslie en su libro sobre El Arco Real  describe el reverso similar a la actual pero con un ojo que todo lo ve en lugar del sol que irradia, y la otra cara con la cámara abovedada secreta tan típica del AR. Comparando ambas inscripciones de su anverso, sus frases están alteradas de orden:  mientras la moderna comenzando su lectura por el mismo lugar dice SI TALIA JUNGUERE POSSIS SIT TIBI ESCIRE SATIS, la descrita por Leslie diría SIT TIBI ESCIRE SATIS SI TALIA JUNGERE POSSIS. No modificando su significado por este motivo.

El anverso y reverso de nuestra actual medalla son estructuralmente iguales, diferenciándose únicamente en las inscripciones y en la figura que cubre el compás (en el anverso la Luna y en el reverso la Tierra).

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Los triángulos entrelazados representarían, en la simbología hebrea, la estrella de David o símbolo de Salomón cuyo significado es muy extenso y daría para otra charla. No he encontrado en toda la bibliografía consultada mención a esta estrella como tal, a pesar de poseer el A.R. innumerables referencias  al judaísmo. El símbolo de Salomón representa para la cultura hebrea la relación entre Dios y el hombre, el “yo soy de mi amado y mi amado es mío».

El triángulo es una representación típica del Arco Real: Hay tres principales, tres Sobrestantes (Moradores o viajeros), tres luces mayores y tres menores entrelazadas. Tres grupos de sílabas que se repiten tres veces (Je-Ho-VA,  Ja-Bull-On).

Nuestros triángulos representan la dualidad, el triángulo con punta hacia arriba, el cielo, frente a la tierra del que tiene punta hacia abajo, lo invisible frente a lo visible, el espíritu frente a la materia y Dios frente al Hombre, el fuego frente al agua.

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Otra disposición de los triángulos entrelazados, sería la que se forma en nuestros Capítulos con la disposición de las tres luces mayores, menores y el altar en el centro. Según nuestro ritual, en la lectura simbólica de Ageo, especifica  que las tres luces menores representan la luz de la Ley de los Profetas y aluden a las ordenanzas patriarcales, mosaicas y proféticas. Las tres mayores representan la Palabra Sagrada y simbolizan los poderes de creación, conservación y aniquilación de la Deidad. Se forman IMG_000012pues un Triángulo equilátero grande formado por 4 mas pequeños e iguales. Esta disposición simbólica se corresponde con la misteriosa triple Tau. Después se hace una comparativa de los ángulos rectos que se pueden formar en los triángulos con el número de los cuerpos platónicos (Cuatro elementos + una esfera del universo).

En el centro de los Triángulos entrecruzados, se encuentra un sol coronado por un triángulo (antiguamente era un ojo que todo lo ve) e irradiando luz sobre un compás abierto (90º) englobando un círculo que representa una Luna.

En cuanto a los círculos concéntricos, el exterior representa la eternidad como medida de tiempo y el interior a la deidad y su omnipotencia, a la fuerza y el poder que ejerce entre todas las cosas.

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Debajo de los círculos concéntricos hay una triple TAU que adorna por separado y por tres veces los mandiles de los MM.II  de las LL. simbólicas. Figura importante en nuestros Capítulos y que representa la TRIUNIESENCIA del Dios Altísimo Vivo y Verdadero.

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La Tau es la marca a la que hace mención Ezequiel cap.9.2, cuando seis hombres entran en Jerusalén armados para destruir a sus habitantes; a uno que llevaba objetos de escriba en el cinturón Jehová  le dice que salve con un signo en la frente (Tau) a aquellos que sufren y gimen por las abominaciones que ocurren en la ciudad. Por todo ello,  la Tau es un símbolo no solo de protección sino también de Salvación.

Para los miembros del Arco Real su significado hace alusión al Templum Hierosolim o Templo de Jerusalén, base primordial de todos nuestros trabajos.

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La interpretación de su significado, como siempre suele ocurrir en masonería, es personal y motivo de reflexión individual para cada Compañero.

IMG_000018Anverso:

-SI TALIA JUNGERE POSSIS SIT TIBI SCIRE SATIS  (SI COMPRENDES LO QUE SIGUE YA SABES SUFICIENTE)

-En el lema o divisa hay escrito: NIL NISI CLAVIS DEES. He encontrado aquí tres traducciones distintas:  “NADA SE QUIERE SINO LA CLAVE” / “NO ES NADA MAS QUE UNA CLAVE” / “NADA SALVO LA CLAVE ES IMPERFECTO». La transcripción literal es la segunda.

-En el triángulo de lo espiritual aparece grabado en cada lado y en tres idiomas distintos (Inglés, Griego y Latín)  la frase:  WE HAVE FOUND / EYPHKAMEN / INVENIMUS  (LO HEMOS ENCONTRADO).

IMG_000019-En el triángulo de lo terrenal, en sus dos lados laterales CULTOR DEI o “SIERVO DE DIOS”  y  CIVIS MUNDI “CIUDADANO DEL MUNDO”. Curiosamente, su base está en blanco, como esperando que cada uno de nosotros encontremos la expresión correcta que nos defina.

-Entre los círculos concéntricos, en su parte más baja, aparece A.L. ANNO LUCIS y A.D. ANNUS DOMINI y después de esas letras un espacio sin rellenar pensado para grabar el año de la exaltación de su propietario.

IMG_000020En el reverso entre los círculos concéntricos aparecen una serie de palabras que sin el orden adecuado carecerían de sentido. Por ello se cree que su procedencia es originaria del Poema Regius. Este antiguo escrito de 1390, es conocido también como poema masónico. Regius porque pertenecía a la biblioteca del rey Jorge II desde 1757, y habla en verso de los misterios de la Masonería Operativa. Se atribuye a un Clérigo secretario de una Logia operativa cuando comenzaron a aceptar masones especulativos. Las palabras cobran sentido de la siguiente forma:

DEO HONOR  “HONOR A DIOS”

REGI FIDELITAS  “AL REY, FIDELIDAD”

FRATRIBUS BENEVOLENTIA “A LA HERMANDAD AMOR”.

IMG_000021En el tríangulo de lo material aparecen en los lados:

WISDOM “SABIDURIA”, STRENGTH “FUERZA”, BEAUTY “BELLEZA”, los tres pilares sobre los que se apoyan nuestras Logias, en representación de Salomón Rey de Israel, Hiram Rey de Tiro e Hiram Abiff. En contraposición a esto podrían encontrarse en el triángulo de lo invisible la Omnisciencia o el IMG_000022conocimiento absoluto, la omnipotencia o poder sobre todo y la omnipresencia de la belleza en todas las cosas. Sin embargo, en este triángulo aparece CONCORD “CONCORDIA”, TRUTH “VERDAD” y PEACE “PAZ” .

En la divisa, de este lado de la joya, aparece la palabra EXALTED  “EXALTADO”  y la otra parte de la misma en blanco, como a la espera de la  fecha en la que se ha producido la exaltación.

E.Z. Rafael Rodríguez Rodríguez. (Capítulo Semper Fidelis nº 36)

 

 

 

 

 

 

Unas horas de fraternidad con el Manuscrito Voynich

IMG_1362Los que nos siguen saben que en la Logia Semper Fidelis 150, aparte de nuestras Tenidas, solemos hacer distintas reuniones en diferentes ámbitos para seguir confraternizando y al mismo tiempo aprendiendo y disfrutando de lo que cada uno de nosotros puede aportar.

En esta ocasión varios hermanos hemos quedado para comer, y en la tertulia posterior, nuestro hermano experto en los libros más variopintos, nos ha traído algunos volúmenes de una interesante colección que consta de 26 tomos y que trata sobre la Masonería en Madrid y en España del siglo XVIII al XXI. Estos libros nos los ha cedido temporalmente un alumno y discípulo del jesuita y estudioso de la Masonería, José Antonio Ferrer Benimeli con el que nuestro hermano librero tiene amistad.

IMG_1405Pero aparte de esta interesante colección, también hemos podido disfrutar de una copia exacta en todos sus extremos del famoso y curioso Manuscrito Voynich. Tanto su cubierta como su contenido son tan exactamente iguales al original que es muy difícil distinguir uno del otro. Quizá por eso, y por las pocas copias que se han editado, su precio asciende a varios miles de euros.

IMG_1388El Manuscrito Voynich es un libro anónimo escrito en un idioma desconocido, con numerosas ilustraciones, la mayor parte de ellas de plantas también desconocidas. Este idioma ha tratado de ser traducido o descifrado sin éxito por muchos expertos, lo que ha despertado la sospecha de que pudiera tratarse de una serie de símbolos escritos al azar que no signifiquen nada, sin embargo los que lo han estudiado han comprobado que el conjunto de símbolos escritos en ese libro cumplen la Ley de Zipf, que dice que la palabra más frecuente en un escrito largo aparece el doble de veces que la segunda más frecuente, el triple que la tercera y así sucesivamente, y esta regla aparece en todas las lenguas humanas, lo que pudiera indicar que en realidad se trate de un idioma.

Se trate o no de un idioma, lo que es indiscutible es que hemos disfrutado del privilegio de tenerlo en nuestras manos y de poder ir pasando sus coloridas páginas con esa clásica textura del papel viejo. Todo un placer.

Otro buen día en Semper Fidelis.

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