Una tenida muy instructiva en Semper Fidelis 150

IMG_9468La logia Semper Fidelis 150, siguiendo su línea habitual en la instrucción masónica de sus miembros, ha desarrollado ayer una interesante tenida principalmente dirigida a los Hermanos Compañeros. El V.H Sabino, uno de los fundadores de la logia Semper Fidelis 150 y Grado 18 del Supremo Consejo del Grado 33, entre otros importantes cargos en distintos grados colaterales de España y de Inglaterra, ha dirigido magistralmente las Lecturas de Emulación,  que han sido las protagonistas principales de este nuevo encuentro masónico de nuestra logia, si bien igualmente hemos recordado otras muchas cosas que, sin ser específicamente de Emulación, sin embargo son imprescindibles para cualquier masón de cualquiera de todos los ritos que celebramos en España.

IMG_0319Una vez acabada la tenida, hemos continuado de algún modo con la instrucción masónica, en este caso de mano del V.H. Emilio, con una presentación de diapositivas titulada «NUESTROS PRINCIPIOS. UN CABALLERO ELEGIDO KADOSCH EN ÁVILA». El V.H. Emilio, junto con el V.H. Sabino, es también uno de los fundadores de la logia Semper Fidelis 150 y Grado 31 del Supremo Consejo del Grado 33. El V.H. Emilio es un incansable investigador de buena parte de las ramas de la masonería y a lo largo de su intensa vida masónica ha recopilado un interesante y amplio montante de datos que ha plasmado en numerosos escritos.

Seguidamente se reproduce un resumen de la presentación:

NUESTROS PRINCIPIOS

UN CABALLERO ELEGIDO KADOSCH EN ÁVILA

Hay quien cree ver que la masonería viene del siglo III o IV y se fundan en el sistema de puntuación con que aparecen escritas algunas lápidas romanas donde se señala la división de las sílabas con los tres puntos. Realmente, es cierto que en lápidas romanas, especialmente en las sepulcrales, se observa esta rara puntuación que igualmente se nota en las inscripciones góticas del siglo VIII en adelante, sin que tenga que ver este sistema ortográfico con la francmasonería.

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Los tres puntos

Pero debo decir que, ni en tiempo de los romanos, ni en el de los godos, se usaba este tipo de puntuación triangular que los masones adoptaron desde los principios del siglo XVII y que, aúny apareciendo esta puntuación triangular, no es bastante para afirmar que existiese ya la francmasonería.

 Normalmente, en las lápidas para separar las silabas se utilizaban los tres puntos en vertical, esto lo podéis ver en lápidas desde el siglo I al VI. También en la Edad Media y durante los siglos del XI al XVI, casi todas las inscripciones latinas aparecen puntualizadas con dos o con tres puntos verticales entre cada sílaba. Esto lo podréis comprobar en muchas catedrales y en antiguos monasterios medievales.

Como sabemos todos, la puntuación triangular no se adoptó para terminar una oración, ni menos para dividir sílabas, fue sencillamente para determinar palabras abreviadas, como por ejemplo estas que tanto usamos en nuestros  escritos A.·.L.·.G.·.A.·.D.·.U.·.Esta puntuación triangular no es tan antigua. Se comenzó a utilizar en logias de Inglaterra a finales del siglo XVII y poco después se fue generalizando en Escocia y Holanda, hasta que el Gran Oriente de Francia decretó el 12 de Agosto de 1774 su uso, con el fin de abreviar la escritura de las palabras masónicas y poder así hacer su lectura más difícil a los profanos de la orden.

Hay que buscar el establecimiento de la francmasonería en España en otros hechos más auténticos, y no se empiezan a encontrar anteriores al del siglo XVI. No quiero decir con esto que hasta esta época no hubiese tenido nuestra institución adeptos en España, probablemente contaría con ellos desde los últimos tiempos de los Templarios, pero no se ha encontrado en ningún documento escrito  referencia alguna.

Pero si hay algo que nos hace sospechar que podían haber existido, el indicio lo tenemos en la Capilla de Mosén Rubí de Bracamonte, fundada en Ávila en 1514, conocida por el nombre de Nuestra Señora de la Anunciación. También encontramos referencia a nuestros antepasados en un acta de una reunión masónica celebrada en Colonia en 1535.

Pero primero quisiera tratar lo de la capilla de Mosén Rubí de Bracamonte 1349-1429.

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Capilla de Nuestra Señora de la Anunciación o Mosén Rubí, fundada por Doña María de Herrera en el siglo XVI (1512)

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El interior de la Capilla 

Fundada por Doña María de Herrera, hija de Pedro de Velada y de Catalina Dávila, señores de Velada, y no de un judío como atribuyen algunos autores como Halperin o Belmonte, y como bien dice la propia María en su testamento. En el mismo, deja atestiguado la intención de fundar un hospital y una capilla funeraria, de carácter laico, para su marido difunto, Andrés Vázquez Dávila, y su linaje. El resultado es el actual edificio que observamos hoy día, sin duda uno de los más singulares de la arquitectura abulense. Curiosamente, aunque se recuerda la memoria de su fundadora, la capilla se conoce con el nombre de Mosén Rubí de Bracamonte, señor de Fuente el Sol…

Es una verdadera obra masónica, desde su pórtico hasta el coronamiento de su altar mayor y desde el púlpito hasta sus ventanas. Según  wikipedia dice:

El edificio, inicialmente adscrito a un estilo gótico tardío, cuenta con una planta de cruz griega. Durante la segunda mitad del siglo xvi, el edificio fue remodelado empleando el estilo manierista. Existen autores que defienden que el templo presenta una gran cantidad de elementos inconfundiblemente masones.

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Fachada de la Capilla con las herramientas masónicas

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Monolito en el exterior de la Capilla con las herramientas masónicas

Después de algunos estudios, hay unos puntos que me gustaría que pudiésemos analizar ya que su identificación masónica es francamente digna de resaltar:

  • La forma pentagonal del interior del templo con “sorprendente” parecido a la planta de las logias de rito escocés.
  • Los imágines masónicas de las vidrieras con símbolos del 3º y 4º, la portada, contrafuertes, columnas del patio en los que aparecen mazos, escuadras y compases que se corresponden con los grados 1º y 3º de la francmasonería. Estos supuestos emblemas son los escudos de armas del linaje de los Bracamonte.
  • El púlpito, que estaba sostenido por una columna triangular y que representaba una forma pentagonal, con los emblemas de armas de los Bracamonte y en sus tres ángulos, tenía esculpidos los emblemas del 1º, 2º y 3º. La decoración de la silla presidencial del coro, que muestra alegorías pertenecientes a Caballero Kadosch.
  • Los tres primeros peldaños de la escalera que da acceso a la torre están cortados en triangulo coronando el altar mayor, símbolo de la elevación al 3º,
  • Las columnas que separan el cuerpo de la iglesia y la capilla mayor, serían las de Jakim y Boaz de la logia masónica, cuya inspiración proviene  del templo de Salomón.
  • La posición de las estatuas yacentes de los fundadores, al ser colocadas verticalmente, se presentaban de forma distinta a la de los orantes: el fundador levantando su espada con la mano izquierda hacia el hombro del mismo lado, alegoría del Caballero  Kadosch, y su esposa, también de pie, mirando al suelo en actitud de meditar, con la mano derecha sobre el antebrazo izquierdo.

También nos preguntamos ¿cómo el Almirante Rubí designó 13 internos en vez de 12 ó 14 siguiendo las costumbres católicas que no querían usar el número trece en ninguno de los casos?

En la época de Mosén Rubí, los dignatarios oficiales de una logia eran 13.

Como se puede entender después de lo descrito, es fácil comprender que la Capilla de Mosén Rubí era de construcción masónica y que no se pudo terminar en su totalidad por indicación de la Inquisición en el año 1530. El excluirla también de la visita eclesiástica el arzobispo de Toledo abundaba en el hecho de que era una construcción masónica.

También nos indica que Mosén Rubí podía ser masón la alegoría que corona el sillón presidencial del coro, muestra al patrono que está en acción de desnudar la espada con la mano izquierda, símbolo del Caballero Kadosch, aunque también la historia nos dice que este grado  fue instaurado dos siglos después por el Rey Federico II de Prusia.

No habrá otro templo en toda Europa como el de Ávila que justifique mejor la existencia de la masonería en pleno siglo XVI, siendo lo más extraño del caso que su edificación sea en una de las ciudades más eclesiásticas de España y donde residían los obispos más ilustres de la Iglesia romana.

¿Por qué a un caballero de la categoría de Mosén Rubí de Bracamonte se le dedica un templo con todos los atributos masónicos?, ¿No es de suponer que esta asociación perseguida en España contara con fuerzas poderosas, logias establecidas y una organización vigorosa? Lo natural era que la masonería contara con una saludable existencia cuando Mosén Rubí, Caballero Kadosch residía en Castilla dejando una gran huella en la sociedad abulense, gracias a esto sabemos hoy que la masonería vivía ya en España antes de 1514 con fuerzas suficientes para estos valerosos actos. Mosén Rubí de Bracamonte y Hannecaurt, Vizconde de Lauray de Normandía, fue Caballero Consejero y Chambelán del rey Carlos VI de Francia, lucho junto a Enrique II de Castilla fue el primero que castellanizó su apellido ya que originariamente era Bracquemont, y que había luchado en Flandes, adquiriendo posiblemente su grado masónico en aquellas tierras. Se casó por primera vez con Dña. Inés de Mendoza, hija del mayordomo de Pedro el Cruel, y por segunda vez con Dña. Leonor Alvares de Toledo.

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Escudo de la familia Bracamonte

Este es el escudo de la familia Bracamonte con su escuadra y mallete muy bien definidos, así como los trece puntos a los que nos hemos referido a los internos de la capilla.

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Bóveda nervada de granito veteado estilo gótico tardío

Después de todas estas explicaciones creo que poco se puede añadir a la veracidad de que esta Capilla dedicada a  un masón, y masón también debería ser el maestro cantero Pedro Campero que la construyó, aunque el escritor y crítico con la masonería Lafuente se empeñe en que sean puras casualidades.

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Bracamonte

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Sepulcro de María de Herrera y Andrés Vázquez Dávila

En esta capilla, además de ser panteón familiar del linaje de Fuente el Sol, fue velado un descendiente de Mosén Rubí, don Diego de Bracamonte, decapitado por ser noble en la plaza del Mercado Chico el 17 de febrero de 1592 como respuesta a su levantamiento por el famoso impuesto de los “millones de Felipe II”.

En la novela “La Gloria de Don Ramiro” del escritor argentino Enrique Larreta,  (Buenos Aires 1873 – 1961) narra tan lúgubre acontecimiento.

“En una fría tarde de invierno, Don Diego es conducido desde la Alhóndiga, cárcel de los nobles, montado en una mula, enlutado y con capuz y caperuza de bayeta, las manos atadas a un listón y una cadena al pie. Con un cortejo en silencio, compuesto por las cofradías de pobres y frailes, atravesando las calles de Ávila: hizo su entrada por la puerta del Alcázar, siguiendo por la calle Aldrín (hoy llamada Don Gerónimo), camino del Mercado Chico. El reo confesó durante hora y media con fray Antonio de Ulloa. El escribano rogó que hiciera una confesión entera del crimen, pero por repetidas ocasiones mantuvo que era él el único culpable. Al final, don Diego, tapado el rostro con un tafetán negro y arrimada la cabeza a un madero, fue decapitado – privilegio por ser noble, y no ahorcado,  casi a las seis de la tarde, frente a una gran expectación en silencio. Por la noche, su cuerpo fue recogido por los caballeros abulenses, enlutados, que durante el día y en señal de duelo y protesta por la ejecución, se habían quedado en sus palacios. Lo condujeron hasta la capilla de Mosén Rubí, donde lo velaron, y un cuadro sobre la sacristía reza lo siguiente:

“Rogad a Dios en caridad por el ánima del noble caballero Don Diego de Bracamonte, que por defender los intereses de Ávila fue decapitado en la plaza del Mercado Chico, el lunes 17 de febrero de 1592, en cuya noble estuvieron sus restos depositados en esta capilla. Al día siguiente fueron trasladados a la capilla de San Francisco donde reposan. R.I.P.”.

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Plaza del Mercado Chico, en Ávila

Al manifestar al rey Felipe II el cronista Cabrera de Córdoba que se había excedido en el castigo a los culpables y que en otras ciudades también aparecieron pasquines y no había adoptado medidas tan duras, dijo el Rey:

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Felipe II

“Agora sabéis y saben ellos donde están enseñados a llevar el decir al hacer, no se ha de aguardar a que hagan”.

Y al recordarle el cronista las importantes aportaciones de los caballeros de Ávila al servicio de la Corona, añadió:

“Es verdad, ¿mas no depusieron ahí al rey don Enrique y favoresçieron a Juan de Padilla, tirano? ”

Sé que se han escrito tesis doctorales y que se han leído en el mismo marco de la Capilla, amparadas por eminentes doctores indicando que esta capilla no tenía que ver nada con la masonería, pero sigo insistiendo que la evidencia de lo que tenemos ante nuestros ojos no se puede ni cambiar ni desmentir. ¿Por qué ha permanecido cerrada al público tantos años sin permitir ser visitada? ¿Por qué han desaparecido tantos indicios masónicos con las reformas?

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Veintiún años más tarde de construirse el templo a Mosén Rubí, tenía lugar la célebre Convención masónica de Colonia. Casi sesenta años hacía que se había celebrado la anterior, en 1469 en Spira (Alemania) donde se modificaron los estatutos y se dieron nuevas instrucciones para los obreros de piedra fina.

En el archivo de la logia, Frederick Vredehall de la Haya se encontró en 1637 un curioso documento que contenía el acta de una Convención masónica celebrada en 1535 en Colonia, a la que asistieron los venerables de las diecinueve logias principales de Europa y apareciendo en un décimo lugar, un tal Ignacio de la Torre,que figura como venerable de la de Castilla en Madrid. Tanto los historiadores Fors y Almeida así como otros muchos autores hablan de este de la Torre y de la Convención de Colonia, dándole gran importancia. Clavel y Lafuente, como no podía ser de otra manera, se la niegan.

Autores muy respetables y documentos oficiales de los Grandes Orientes de Bélgica, Holanda y Francia, han reconocido la autoridad de este acta, que los historiadores ingleses declaran legítima al ocuparse de Mr. Coligny. Además, en la Convención de Basilea celebrada en 1563, veintiocho años después de la de Colonia, se presentó el acta de ésta con todas las firmas, incluida la del español y nadie tuvo dudas del documento.

Un autor anónimo apóstata de la orden y enemigo de ella escribió lo siguiente:

Hacia el año 1535 los francmasones estaban ya esparcidos en toda Europa occidental y meridional. Perece también que estuvieron a punto de realizar su objetivo. Los Gobiernos comenzaron a entrar en sospechas, de suerte que, viéndose ya descubiertos, publicaron una pieza de la cual enviaron una copia a cada logia y conservaron cuidadosamente el original para que sirviera a su justificación. En esta pieza se hace mención de las principales logias en Viena,  en Londres, en Paris en Lyon, Amberes, Madrid, Venecia y de otras muchas.

En el escrito, que no reproduzco porque es bastante largo, y en castellano antiguo, quisiera destacar alguna cosa como lo que dicen los veintidós firmantes, entre ellos Ignacio de la Torre, representante Castellano, y dos franceses De Coligny y Virieux. Ellos hacen constar que los masones aseguran que no están aliados con los Templarios, sin embargo quieren que los signos a utilizar sean los usados por los templarios que se refundieron con los masones en la ciudad de Edimburgo.

Por todo lo expuesto se puede comprobar que todos los autores, incluso los enemigos de los francmasones, reconocen el Acta de Colonia como documento verídico, y a Ignacio de la Torre como verdadero representante en 1535 de la orden en nuestro territorio.

V.H. Emilio Argente i Domènech

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